Entonces tanto Fierro como Libia supieron que sus destinos estarían desde entonces entrelazados fuertemente alrededor de la joven de los tres nombres. La voluntad misteriosa (de quienes habían vivido hace muchos años sobre aquel pueblo) los estuvo moviendo pasmados aquellas ultimas semanas. De alguna manera, ya solo les quedaba a ambos responderse juntos todas las preguntas.
Fierro y Libia sellaron secretamente un pacto y jamás contarían a nadie de sus historias ni de la joven de los tres nombres, por lo menos hasta saber definitivamente su final.
Seremos breves y solo contaremos la única estrategia que se les ha ocurrido para disimularlo, para restarle preocupación ante todos de lo que había sucedido. Aquella noche el herrero bajó al pueblo a comprar unos zapatos y un guardapolvo a la niña. El hombre de la tienda ya había cerrado, pero al ser Fierro el que insistía desde la puerta accedió a venderle.
Libia apareció en su casa ya entrada la noche y con una historia poco convincente. Sus padres preocupados se movían alterados alrededor de su hija para sacarle otra respuesta que no sea una simple travesura. Al otro día, es cuando les comunica el dueño de la tienda que Fierro había venido por el anochecer a buscar un guardapolvo y unos zapatos de niña.
Esa estrategia entonces sabemos que fue muy mala y alertó aun más de lo que pensaban al ojo atento de ese pequeño pueblo. Las miradas de sospechas cayeron vigilantes sobre esos dos nuevos amigos. Pero no importa ahora, los dos acuerdan una fecha secreta para el nuevo encuentro. Seria a las once y cuarto de la mañana del sábado 19 de noviembre. Allí irían en busca otra vez de "La ciudad encontrada" que bautizó el ya desterrado Elías Aceval.
Seremos breves y solo contaremos la única estrategia que se les ha ocurrido para disimularlo, para restarle preocupación ante todos de lo que había sucedido. Aquella noche el herrero bajó al pueblo a comprar unos zapatos y un guardapolvo a la niña. El hombre de la tienda ya había cerrado, pero al ser Fierro el que insistía desde la puerta accedió a venderle.
Libia apareció en su casa ya entrada la noche y con una historia poco convincente. Sus padres preocupados se movían alterados alrededor de su hija para sacarle otra respuesta que no sea una simple travesura. Al otro día, es cuando les comunica el dueño de la tienda que Fierro había venido por el anochecer a buscar un guardapolvo y unos zapatos de niña.
Esa estrategia entonces sabemos que fue muy mala y alertó aun más de lo que pensaban al ojo atento de ese pequeño pueblo. Las miradas de sospechas cayeron vigilantes sobre esos dos nuevos amigos. Pero no importa ahora, los dos acuerdan una fecha secreta para el nuevo encuentro. Seria a las once y cuarto de la mañana del sábado 19 de noviembre. Allí irían en busca otra vez de "La ciudad encontrada" que bautizó el ya desterrado Elías Aceval.
Fierro quería preguntarles en voz alta a los muertos quienes eran aquellos dos que habitaron en su casa y que era lo que los unía a la joven de los tres nombres.
La niña llamada Libia en cambio se presentaría ante los muertos y les preguntaría ya de una buena vez: ¿Cuales son las otras dos vidas que nos hacen faltan saber, las ultimas sobre aquella joven que siempre muere en el pueblo de Constancia?
La niña llamada Libia en cambio se presentaría ante los muertos y les preguntaría ya de una buena vez: ¿Cuales son las otras dos vidas que nos hacen faltan saber, las ultimas sobre aquella joven que siempre muere en el pueblo de Constancia?
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